“¿Qué
es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas
cuentas, una suma de relaciones humanas
que
han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado
uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las
verdades son ilusiones de las que se ha olvidado
que
lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su
troquelado y no son ahora ya consideradas
como
monedas, sino como metal.”
“Del mismo modo que es cierto que una hoja
no es igual a otra, también es cierto que
el concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las
notas distintivas, con lo cual se suscita
entonces la representación, como si
en la naturaleza hubiese algo separado
de las hojas que fuese la “hoja”,
una especie de arquetipo primigenio
a partir del cual todas las hojas
habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan
torpes, que ningún ejemplar
resultase ser correcto y fidedigno
como copia fiel del arquetipo. […] Esto
significa a su vez: la hoja es la
causa de las hojas. […] Creemos saber algo
de las cosas mismas cuando hablamos
de árboles, colores, nieve y flores y
no poseemos, sin embargo, más que
metáforas de las cosas que no corresponden
en absoluto a las esencias
primitivas."
"Esas
metáforas de las cosas, esos conceptos organizados en esquemas y abstracciones, se endurecen y petrifican, constituyen
un armazón de saber que ordena
arbitrariamente el mundo: construye un “orden piramidal por castas y grados”,
instituye “un mundo nuevo de leyes, privilegios, subordinaciones y delimitaciones, que ahora se contrapone al otro mundo
de las primitivas impresiones
intuitivas como lo más firme, lo
más general, lo mejor conocido y lo más
humano y, por tanto, como una
instancia reguladora e imperativa”
Nietzsche, F. "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral." (1873)
“La verdad, especie de error que tiene a
su favor el no poder ser refutada, sin duda
porque la larga cocción de la
historia la ha vuelto inalterable.”
Foucault, M. "Nietzsche, la genealogía, la historia." (1971)
“y
buscar la realidad
de que el perro no sea perro
y nada más...”
Pastoral, En el Hospicio
“En
efecto, los que purgan [a los interrogados, es decir, los filósofos] están de
acuerdo con los médicos del cuerpo en que
éste no puede obtener provecho ninguno del alimento que ingiere hasta que no
haya eliminado todos los obstáculos internos.
La teoría médica sostenía que el
cuerpo no se halla en condiciones de aprovechar los alimentos mientras se
encuentren en él substancias o humores que lo perturben en su natural
equilibrio; sólo una vez que la purga haya eliminado los humores malignos y
haya limpiado el organismo, restableciendo el equilibrio perturbado, el enfermo
podrá asimilar los alimentos de manera conveniente. Aquéllos
[los filósofos] han pensado del
mismo modo respecto del alma: que ésta
no podrá beneficiarse de la enseñanza
que recibe hasta tanto no la hayan refutado, y
hasta que no hayan llevado así al
refutado a avergonzarse de sí mismo y lo hayan
desembarazado de las opiniones que le impedían
aprender, y así lo hayan purgado y
convencido de saber sólo lo que sabe, y nada
más. De
manera semejante a lo que ocurre con el cuerpo sucede con el espíritu, según
Sócrates: mientras esté infectado de errores, mal podrá aprovechar las
enseñanzas, por mejores que éstas sean; se hace preciso, pues, purgarlo,
purificarlo de las falsas opiniones, que no son sino obstáculos para el
verdadero saber. La refutación hace, pues, que el refutado se llene de
vergüenza por su falso saber y reconozca los límites de sí mismo. Sólo merced a
este proceso catártico -de resonancia no sólo médica, sino también religiosa-
puede colocarse al hombre en el camino que lo conduzca al verdadero
conocimiento: tan sólo el reconocimiento de la
propia ignorancia puede constituir el principio o punto de partida del saber
realmente válido.”
Carpio, A. "Principios de Filosofía" (1974)
"...el
trabajo de la conciencia supone un movimiento del ser y de la nada: allí donde
ella se dirige, un objeto surge al ser. En cambio todo lo que no es ese objeto,
se encuentra sumida en la nada: cuando miro una cara, no veo más que la cara,
mi conciencia me la presenta para construir su imagen. Y todo lo que no entra
en la elaboración de esta realidad
retrocede, desaparece en un no-ser.
El entorno es nadificado y
el ser realizado. La conciencia es
siempre conciencia de algo, no puede permanecer sin objeto..."
Onfray, M. "Antimanual de Filosofía". (1959)
“Me acuerdo, fue en Balvanera,
en una noche lejana,
que alguien dejó caer el nombre
de un tal Jacinto Chiclana.
Algo se dijo también
de una esquina y de un cuchillo.
Los años no dejan ver
el entrevero y el brillo.
¡Quién sabe por qué razón
me anda buscando ese nombre!
Me gustaría saber
cómo habrá sido aquel hombre[…]”
Borges J. L. y Piazolla, A. "Jacinto Chiclana" (1965)
“…capaz de caminar por cualquier
lugar, de atravesar todo, de encontrar respuestas a todo; no avanza hacia lo
que está por venir sin disponer de algún recurso.”
Sófocles. "Antígona".